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Mostrando las entradas de noviembre, 2006

II. EL CONTEXTO Y LA REFERENCIA en Casa Ajena

A partir de lo que se conoce como experiencia metafísica, me atrevo a afirmar que en la constante dialéctica o encuentro de las diferencias a la que hacen referencia Elemire Zolla, M.Bajtin y H. Bloom , desde distintas corrientes, creo que para alcanzar un conocimiento totalizador, hay que observar todo en un primerísimo primer plano para poder tomar distancia. Es allí donde la mente cesa de reconstruir información, dando paso a la unidad total del universo. Casa Ajena apenas llena dos páginas de primerísimos primeros planos, que reflejan y recogen buena parte de la historia, aparentemente olvidada, de la ciudad de Maracaibo, visionando el cómo, hasta ahora, los habitantes de esta ciudad han asumido su propia historia. Nada permanece donde aparece. Una ciudad cuya fisonomía fue borrada. Calles y casas derrumbadas, olvidadas, cambiadas de lugar. Igual, en Casa Ajena se percibe ese crecimiento vertiginoso en el que el narrador se sumerge, sin tratar de escapar a esa especie de serpent...

EL INSTANTE desde Casa Ajena (I)

RESUMEN: Este trabajo es producto de una investigación, realizada a lo largo de 10 años, respecto de la literatura y la recepción abordada desde una visión trasnpersonal. La cuentística de Mercedes Bermúdez de Belloso (MBB), leída desde una intimidad asumida desde dentro del texto, nos permitió descubrir cómo opera el proceso de recepción de esos recuerdos instantáneos celosamente contenidos en cada palabra, con la que el escritor accede al poder de la ruptura de todo tiempo y espacio. Partimos de este principio y nos topamos con la imperante necesidad de elegir cuál es el presente. Al elegir el presente, nos enfrentamos a algo que parece una verdad irrefutable, no hay tiempo ni espacio cierto, por tanto, toda realidad es una ilusión, toda ilusión es una experiencia en sí y el reflejo de ella en una forma específica. Vivimos metidos en una especie de caleidoscopio, en constante cambio y aparentemente borroso y desordenado. Tanto el verso como la prosa de MBB, se desliza por esas ...

Casa Ajena (El cuento que me regaló Doña Mercedes)

R ecuerdo la tarde en la que entré al salón donde me esperaba el jurado para presentar mi proyecto de tesis de maestría. Mi propuesta no encajaba en ninguna parte, pero estaba tan sólidamente argumentada, tan escrupulosamente redactada, que no les quedó más remedio que aceptarla. Mi Maestría es en Literatura, Mención Literatura Venezolana y mi primer desatino fue el no haber escogido un autor conocido, famoso, del que se hubiese escrito en abundancia. Mi segundo y garrafal error fue el haber construido un aparato metodológico que escapaba de la Crítica Literaria y de todas las metodologías hasta ese entonces empleadas dentro del postgrado. Me creé un aparato metodológico desde lo transdisciplinario y se me ocurrió mezclar el estudio del texto literario con Biología (Teoría de los Campos Morfogenéticos de R.Sheldrake), Física Cuántica (Teoría del Orden Implicado del Universo de David Bohm) y el estudio de los símbolos de los textos seleccionados desde la Kabhalah y la Psicología Trans...

Algunas letras para este alfabeto nuestro (y sin diccionario)

C uando nació mi primer sobrino, me pareció que la vida, sin duda, era mágica. Verlo crecer, caminar y escuchar el milagro de sus primeras palabras, simplemente fue inexplicable para mí entonces. Unos meses más tarde llegó mi segunda sobrina, aún más sorprendente, sus ojos miraban fijamente y, por alguna extraña razón, ella se hacía entender a través del brillo de sus ojos. Llegó el momento de comenzar la escuela primaria, el primer día fue todo un acontecimento familiar. Después, vino la fase de aprender a escribir y hacer tareas. Para el mayor, ¡qué tortura!, para la niña, una delicia, le encantaba garabatear y, cuando descubrió el mundo de los números, era maravilloso ver cómo resolvía problemas por encima de su grado. Los niños habían cumplido tres años cuando llegó el tercero de la nueva generación: lo llamamos Claudio, inteligente y muy apegado a su madre. Aún recuerdo cuánto le costaba recordar las letras, así que diseñamos un método: --------------------------------------------...

Una Declaración Jurada de Bienes

Hace ya varios años, trabajé como periodista en una oficina pública. Así, pasé a engrosar las filas de toda una clase social: la burocracia, una especie de casta, en la que algunos se enriquecen -dado el alto índice de corrupción, imperante allí como forma de sobrevivencia- y en la que muchos otros son humillados, sometidos y ofendidos. Allí dentro opera, al menos mientras pertenecí a ella, cierta forma de cacería entre los más vivos (léase corruptos) y los más tontos (léase aquellos que creen en la gente, en la buena fe y en la vocación de servicio). Aunque muchos no me crean, en Venezuela aún hay funcionarios públicos "tontos". Yo fui una, por eso lo creo. Aún cuando trabajaba como periodista, en una oficina donde no se manejaba dinero, al menos yo no, se me impuso como requisito presentar una Declaración Jurada de Bienes, con el fin de garantizar que no me robaría nada. No obstante, a mi lado, veía, todos los días corrupción tras corrupción, millones de bolívares (por no a...

Estando frente a mi ventana

Estando frente a la ventana de mi casa, me detuve por un instante, sólo un instante, a ver los árboles, la brisa era muy suave y, pese a ella, hacía calor, sin embrago los árboles mecían sus ramas con la gracia de una experta bailarina. Nunca había notado cuán gráciles eran, nunca antes había notado cuánto han trabajado para que el aire que llega a mi ventana y que proviene desde la muy transcurrida avenida -atestada de todo tipo de vehículos despidiendo gases y humo- sea menos contaminado. Unos días más tarde, un vecino habría propuesto a la junta de condominio cortar los árboles para ampliar el estacionamiento. Tal vez, yo misma habría accedido, si no hubiese tenido esa visión apenas dos días antes. Por supuesto, me opuse férreamente a la ampliación. Ante mi protesta, escuché este comentario: --La verdad es que necesitamos más puestos de estacionamiento y esos árboles sólo sirven para ensuciar con sus hojas y sus flores-- ¡Dios!, cómo agradezco el haberme asomado a mi ventana es...