Hoy aprendí cómo desarmar, muy fácilmente, a un "oficialista" Con mucha tristeza, escribo estas líneas. El odio, producto del miedo y una gruesa ignorancia es lo único que pudieron ofrecerme algunos "oficialistas" con quienes intenté sostener un debate de cierta altura. Y me refiero a altura, no por una cuestión clasista, sino por la nobleza, la disposición a escuchar y los argumentos a ofrecer. No fue posible. El colmo: si no eres oficialista eres opositor; y ya, se acabó. Una visión simplista, venida de los cuarteles; lo que pudiésemos catalogar como el fenómeno de la obediencia ciega, necesaria para los soldados en el campo de batalla, pero muy mala para la vida y la salud de los civiles. Esta es una forma práctica de detectar el enemigo en un campo de batalla y sobrevivir; pero no es el caso de las comunidades. La vida civil no puede partir de que todo lo que intente ser diferente al "staus quo" sea malo o sea tu enemigo. Si admitimos eso...
Se suponía que este blog era sobre literatura. Se nutría de ficción, del realismo mágico de Carpentier. Hoy, ese realismo mágico se me escapa de las páginas de los libros. Y lo encuentro en las calles de mi país, duramente golpeado. Por eso lo convertí en mi espacio de reflexión. Simplemente reflexiono acerca de lo que veo, lo que vivo; además, lo complemento con lo que mis amigos me envían a través de las rede sociales. Mi agradecimiento a todos ellos