C uando nació mi primer sobrino, me pareció que la vida, sin duda, era mágica. Verlo crecer, caminar y escuchar el milagro de sus primeras palabras, simplemente fue inexplicable para mí entonces. Unos meses más tarde llegó mi segunda sobrina, aún más sorprendente, sus ojos miraban fijamente y, por alguna extraña razón, ella se hacía entender a través del brillo de sus ojos. Llegó el momento de comenzar la escuela primaria, el primer día fue todo un acontecimento familiar. Después, vino la fase de aprender a escribir y hacer tareas. Para el mayor, ¡qué tortura!, para la niña, una delicia, le encantaba garabatear y, cuando descubrió el mundo de los números, era maravilloso ver cómo resolvía problemas por encima de su grado. Los niños habían cumplido tres años cuando llegó el tercero de la nueva generación: lo llamamos Claudio, inteligente y muy apegado a su madre. Aún recuerdo cuánto le costaba recordar las letras, así que diseñamos un método: --------------------------------------------...
Se suponía que este blog era sobre literatura. Se nutría de ficción, del realismo mágico de Carpentier. Hoy, ese realismo mágico se me escapa de las páginas de los libros. Y lo encuentro en las calles de mi país, duramente golpeado. Por eso lo convertí en mi espacio de reflexión. Simplemente reflexiono acerca de lo que veo, lo que vivo; además, lo complemento con lo que mis amigos me envían a través de las rede sociales. Mi agradecimiento a todos ellos